Situada justo al lado de la ciudad de Santiponce, podemos contemplar el conjunto romano de Itálica.

Hoy en día ha sido bellamente restaurado, de manera que si el Licenciado Rodrigo Caro pudiese hacer un viaje en el tiempo desde el siglo XVII y las visitase de nuevo, ya no podría cantar aquello de: Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa. Aquí de Cipion la vencedora colonia fue: por tierra derribado yace el temido dolor de la espantosa muralla, y lastimosa reliquia es solamente De su invencible gente sólo quedan memorias funerales, […] Las torres que desprecio al aire fueron a su gran pesadumbre se rindieron. La urbs nova ha sido restaurada, sobre todo la zona residencial conocida como El sueño de Adriano. Lo que es la colonia romana en sí se encuentra sepultada bajo el pueblo de Santiponce, nacido en el siglo XVI bajo el auspicio del monasterio de San Isidoro del Campo. Pero hagamos un recorrido histórico y rindamos un cálido homenaje a los manes que dieron eterna fama a la primera colonia romana de España. Pues eso es Itálica, la primera colonia romana de España. Fue fundada por Escipión, a finales del verano del año 206 a.C., y en honor a su tierra natal recibió el nombre de Itálica. Debemos recordar que por aquellos tiempos Roma corría grave peligro, ya que el general cartaginés Aníbal había cruzado los Alpes en el año 202 a.C. y había invadido Italia, derrotando a las legiones romanas cada vez que se enfrentó a ellas. Los romanos, que siempre fueron un pueblo práctico, se cansaron de ser vencidos y dejaron las batallas campales frente al ejército del gran estratega cartaginés. De manera que realizaron una labor de desgaste sobre las tropas de Aníbal, poniendo al frente al general Quinto Fabio Máximo, el Cunctator, que se limitó a realizar una labor de acoso y corte de suministros sobre el cartaginés. Y para completar esa tarea, se fueron a atacar la fuente de riqueza de Cartago, el sur de la península Ibérica. En el año 207 a.C. tuvo lugar a las orillas del río Betis (llamado después por los árabes Guadalquivir, el río grande), la gran batalla de Ilipa (situada en Alcalá del Río), entre las legiones romanas de Escipión, auxiliadas por las fuerzas turdetanas dirigidas por los príncipes Culcas y Attenes, y los generales cartagineses Magon y Giscon. El resultado fue una completa victoria de las legiones romanas. Para completar la conquista del río Betis, el general romano Silano remontó el río y conquistó los centros mineros de plata, que actualmente se corresponden con Linares y La Carolina. Y para recompensar tanto esfuerzo bélico, y de paso defender estratégicamente las conquistas realizadas, el año siguiente (206 a.C.) Escipión fundó la ciudad romana de Itálica, repartiendo tierras entre sus veteranos. Así nació la que sería ciudad fundamental en el Imperio Romano, como una avanzadilla en territorio enemigo y también como una tierra de conquista. Pues los romanos no se limitaron a mantener una simple fortaleza defensiva, sino que destacó su labor urbanística, construyendo templos a sus dioses, teatros y anfiteatros públicos para el solaz de sus ciudadanos. Itálica tuvo el honor de dar al Imperio una de sus principales dinastías, pues de origen español es la de los Antoninos, destacando las figuras de los emperadores Trajano y Adriano, nacidos en suelo itálico. Trajano fue el mayor conquistador que tuvo el Imperio, llevándolo hasta su mayor expansión. Romanizó las provincias de la Dacia, la actual Rumanía, y el pueblo rumano le ha dedicado una bella estatua a aquel que fue el primero en construir un puente sobre el Danubio. Y Adriano, sucesor de Trajano, consolidó las conquistas, siendo el primero en construir el limex, frontera y muralla que cercaba el Imperio Romano y sus conquistas. Era un enamorado de su ciudad natal, a la que ayudó a expandirse, autorizando la construcción de una villa residencial a las orillas de la ciudad; esa ciudad residencial se llamaba el Sueño de Adriano, y tenía termas, casas de estudio de la juventud, gimnasios, templos, jardines… Hoy en día las principales ruinas se han encontrado en esa villa. Con la decadencia del Imperio Romano comenzó la decadencia de Itálica, pero aun tuvo fuerzas para criar a otro emperador romano, Teodosio, que gobernando el escindido Imperio Romano de Oriente, quebró la tradicional coexistencia de religiones en el Imperio, cerró los misterios de Eleusis y los Juegos Olímpicos de la Antigüedad y persiguió a todos los sacerdotes paganos. No fue un ejemplo de tolerancia, no. Pero no se puede separar a un personaje de su propio tiempo, y entonces comenzaba la Edad Media y el fanatismo y la ignorancia mandaban sobre los corazones humanos. Ya en la Edad Media Itálica fue abandonada, y sus ruinas sirvieron para construir las murallas árabes de la ciudad de Sevilla. De alguna forma misteriosa, se producía un traspaso de formas civilizatorias entre la ruinosa Itálica y la renaciente ciudad de Sevilla, que andando el tiempo también habría de asombrar al mundo con su belleza, su monumentalidad y sus hijos. En el Renacimiento, con el despertar del interés por la antigüedad clásica, comenzó el re-descubrimiento de Itálica, y personajes ilustrados como el Licenciado Rodrigo Caro, autor del poema que encabeza estas líneas, la visitan. Sin embargo, las primeras excavaciones para descubrir la ciudad y no sólo para desenterrar estatuas las realizó Francisco de Bruna, entre los años 1781 y 1788. Desde entonces los trabajos arqueológicos para descubrir la vieja urbe no han cesado. Javier Ruiz

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