Si entendemos que estudiar es aprender, en un amplio sentido, comprenderemos que estamos siempre "estudiando", ya que en la vida estamos inmersos en múltiples procesos de aprendizaje o experiencias que nos hacen asimilar algo nuevo.

Generalmente, entendemos por estudiar, "empollar", "clavar los codos" o expresiones similares, pero esta forma de ver el estudio refleja cierta actitud negativa hacia el mismo.

Es más bien una respuesta dada por falta de motivación y desconocimiento de nuestras potencialidades, ya que si no tenemos el hábito de trabajar intelectualmente, puede resultar una tarea pesada y poco agradable.

Deberíamos observarnos y tratar de saber por qué y para qué estudiamos (para aprender, para aprobar, etc.).

-Estudiar es Aprender-
Recordemos el refrán: "Nunca te acostarás sin saber una cosa más". A través de una conversación, una reflexión, leyendo un texto o escuchando una conferencia estamos aprendiendo, y por lo tanto, estudiando.

En algunos casos la ausencia, y en otros la aplicación de erróneas técnicas de estudio son el motivo principal del fracaso en el mismo. Si para realizar cualquier actividad o trabajo necesitamos una serie de herramientas y métodos para llevarla a cabo, entenderemos también, que necesitamos una serie de habilidades y destrezas que nos sirvan de apoyo en el estudio.

A poco que profundicemos en el tema nos daremos cuenta de que las técnicas de estudio están encaminadas a eliminar ciertas trabas o factores negativos que se nos presentan, como por ejemplo: falta de motivación, de atención, de memoria, errores en la lectura, etc.

Se trata de conocer en qué fallamos para poder corregir los errores y mejorar nuestro rendimiento. No se trata de "horas" de estudio, sino de estudio eficaz y productivo.
Se trataría entonces de una compenetración entre nosotros mismos y lo que nos proponemos hacer, y no de un enfrentamiento.

Aprender a estudiar nos ayuda a poder "ensanchar" nuestra cultura, a asimilar enseñanzas y, en definitiva, a cultivar nuestra personalidad y alimentar el alma.

-La Importancia de la Motivación-
Podemos encontrar una extensa bibliografía donde se exponen muchos problemas y cómo solucionarlos. Si bien se trata de trabajar con la mente, el estudio es una actividad intelectual en la que además toman parte activa nuestras emociones y nuestro cuerpo físico.

La capacidad para estudiar se gana a través del esfuerzo, hasta que llega a formar parte de nuestra vida cotidiana. Tal vez alguien piense que no sirve para estudiar, que nació para cualquier otra cosa ajena a incrementar sus capacidades intelectuales. Esta infravaloración pone "grilletes" a la mente, la condiciona a estancarse.

Las investigaciones realizadas al respecto por los más prestigiosos psicólogos lo confirman.
En una clase con treinta alumnos realizaron una prueba de inteligencia. Al día siguiente definieron a diez alumnos de la clase como "superdotados" por los resultados de la prueba.

En realidad estos resultados eran falsos, y los diez alumnos fueron nombrados al azar. Meses más tarde anunciaron que harían otra prueba (esta vez verdadera). El resultado fue que aquellos diez alumnos elegidos anteriormente al azar, sacaron calificaciones muy superiores al resto de sus compañeros.

Este ejemplo nos habla de la importancia de la motivación. Una actitud positiva nacida de la confianza en que conseguiremos nuestro propósito, y reforzada por la fuerza de la voluntad y la constancia, son los mejores cimientos para realizar con éxito todo aquello que nos propongamos.

Tanto la motivación como la falta de ella varían los resultados de cualquier acción. Son muchas las "vías" por las que pueden presentarse las motivaciones para estudiar. Las más duraderas son las que surgen por una actitud filosófica, por ejemplo: por la búsqueda de conocimientos, por vocación, por propia superación.

Las menos duraderas son las que simplemente responden a impulsos o necesidades pasajeras: por un status social, por miedo al ridículo o por una obligación familiar. La falta de motivación suele responder a una ausencia de metas u objetivos claros.

-Hacerlo Interesante-
También puede suceder que nos resulte difícil o poco interesante el temario a estudiar, bien sea porque consideremos que la exposición de la materia es poco comprensible o carece de importancia, y ante eso, abandonemos fácilmente.

Pero en lugar de huir, debemos centrar nuestra determinación y esforzarnos en convertirla en interesante, o tratar de encontrarle relación con aquello que nos parezca interesante.
De no hacerlo así, nos perjudicamos a nosotros mismos, ya que condicionamos la consecución de nuestro objetivo al dejarnos llevar por la impresión que nos causan las cosas y no por su utilidad.

La marcha del aprendizaje va desde los sentidos a la imaginación y de esta a la mente. Así vamos "esculpiendo" en nuestra memoria lo que vamos aprendiendo. Hay que tener presente que no existe un método fijo, que a la manera de una "fórmula mágica" te convierta inmediatamente en un buen estudiante.

Eso sí, existen determinadas pautas o técnicas que aplicadas convenientemente, te llevan a conseguir logros. La parte técnica del aprendizaje nos puede ayudar a adquirir habilidades para aprender mucho más en menos tiempo y recordar lo estudiado el tiempo deseado.

Una vez aprendidas las técnicas, el método de estudio lo debe-
mos realizar individualmente, según nuestra forma de ser, de sentir, de actuar, y así incorporarlo de forma natural a nuestra vida cotidiana. Para ello nos apoyaremos en la auto-observación, que requiere a su vez capacidad para relacionar y ordenar las propias experiencias.

La capacidad de aprendizaje será proporcional a la atención, al esfuerzo y a la voluntad de aprender.

-Atención-
La atención es un reflejo de nuestra conciencia, una propiedad psicológica que nos lleva a centrar nuestras energías para lograr mayor eficacia. Por lo general, mientras tratamos de centrarnos en nuestra tarea acuden a nuestra mente pensamientos, sensaciones y emociones que nada tienen que ver con lo que estamos haciendo o estudiando en ese momento.

Las distracciones deben durar lo menos posible. Los ejercicios de concentración nos ayudarán a combatir la falta de atención. Es decir, si nos hemos propuesto dedicarle, por ejemplo, dos horas diarias al estudio, debemos intentar que ese tiempo sea realmente efectivo. Podemos estar ante un libro dos horas, pero, ¿cuánto tiempo de ese periodo estamos atentos y concentrados?

-Memoria-
La "falta de memoria" no existe. No se trata de que tengamos una mala memoria, la memoria no es buena ni mala. Todo se debe a no prestar atención y conciencia a lo que se hace, se dice, se piensa o se estudia. Cualquier persona puede desarrollar y perfeccionar sus capacidades memorísticas, adquiriendo a través del esfuerzo y la práctica lo que comúnmente llamamos "buena memoria".

Se recuerda mejor el principio y el final de lo que se quiere memorizar. Por lo tanto, debemos hacer hincapié en la parte central del contenido, estableciendo los enlaces necesarios para recordar todo el conjunto. Difícilmente recordaremos lo que no entendemos, ya que se recuerda aquello que se comprende a través de la práctica y el razonamiento.

Es de gran ayuda contrastar lo aprendido con algún compañe-
ro, o plantear como tema de conversación la materia estudiada. Las repeticiones nos ayudan a fijar el conocimiento y evitar el olvido. La asociación de ideas, poner por escrito lo que se aprende y realizar ejercicios específicos de concentración y mnemotecnia son buenos puntos de apoyo para robustecer nuestra capacidad de memorizar.

Podemos encontrar ejercicios, orientaciones, guías y consejos prácticos para aprovechar al máximo las capacidades intelectuales. Métodos y técnicas recogidas de ilustres personajes del pasado como Simónides de Ceos, Cicerón, Séneca y Giordano Bruno, entre otros; y del presente, como S. Wity, T. Buzan y P.C. Jagot.

Sus consejos son como útiles herramientas que podemos incorporar a nuestra forma de ser para adquirir mayor eficacia, ya que todos ellos nos ayudarán a combatir la falta de conocimiento y autodominio de nosotros mismos.

Ser buen estudiante no es cuestión de suerte, pues como decía Sócrates: "Suerte es encontrar un bien que no se ha buscado. Trabajo es obtenerlo con la acción y la inteligencia".

Autor: Pascual Roselló.
Fuente: Revista Esfinge, nº 57

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